13 abril, 2010


Subir


En verdad, no importaba. Estaba lo concreto; lo inalterable. Era el final, tal como todos admiten la idea de lo perecedero en un gesto, una palabra o la vida misma. Ascender había sido un desafío absoluto; sin embargo, la metáfora perdía el sentido, ya que literalmente, situarse donde estaba le había costado sudor, padecimiento, y sobre todo un esfuerzo mayúsculo que caló hondo en su integridad física; el derrotero de los años estuvo presente en cada uno de sus pasos. Era sin duda un logro, con alguna que otra razón para objetar. Las decisiones, pero sobre todo el acierto en las mismas, nunca habían sido su fuerte. Quizá el motivo por el que huía de este tipo de compromisos, estaba relacionado de manera estrecha con la idea del poder. Nunca se había sentido a gusto en un contexto que lo elevara por sobre los demás, otorgándole el prestigio del liderazgo. Ya fuera por su patológico sentido responsable, que lo anulaba cuando la suerte de otros dependía de su voluntad, o porque en realidad, sospechaba que había nacido para ejercer dictámenes sin cuestionarse en lo más mínimo. Era entendible que su pasatiempo favorito fueran los rompecabezas; encajar era lo suyo. Igualmente esto era distinto. Nadie, sólo él, estaba envuelto en las consecuencias de esta decisión, vaga, insustancial, pero con variables que hubieran sido más provechosas y menos sufridas. El atajo, lo obvio, la comodidad, sin duda alguna eran la mejor opción. Pero pudo otra vez más esa intachable pulcritud moral, ridícula y pertinaz, que almidonaba toda su vida. Nunca entendió que un tigre, sin manchas, no es tigre. Eso tampoco importaba ya; porque a fin de cuentas, había llegado. Deshecho como nunca, contempló en la imagen de sus compañeros la placidez de lo simple, lo mundano y banal. Mucho antes, y ante aquella pendiente de escalones altivos, optó por la diferencia, cuando lo más acertado hubiera sido seguir la corriente. Comprendió que no era momento y lugar para dar el vuelco, y que otra vez, sus decisiones lo habían llevado por mal camino. Cinco pisos a pie eran demasiado. La próxima ocasión tomaría el ascensor.


2 comentarios: on "Subir"

Unknown dijo...

Me gusta la idea de que la moral "almidona" la vida y la ambigüedad con la que hablas del liderazgo, casi siempre sobrevalorado.

Juan Cruz Mateu dijo...

Liz, gracias por comentar este pequeño ejercicio del taller literario, saludos!

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