29 abril, 2010


Momentos Irrepetibles 1


Hoy mientras viajaba en colectivo a la velocidad de las ciudades, abrí levemente la ventanilla para que corriera un poco de aire; fueron apenas dos centímetros. Cuando bajo mi mano y la apoyo en el regazo, por la abertura de la ventana entra revoloteando una hojita de árbol, da dos vueltas en el aire, y como buscando una caricia se posa en mi mano.

De manera natural recordé una noche mientras andaba en bicicleta, hace unos años atrás. Noche de domingo a la vuelta de la casa de Juan Manuel. La calle Laprida estaba desierta y yo transitando bien en el medio de la misma, cuando veo varios metros adelante cómo una hoja se desprende de una rama y lentamente comienza a descender. El movimiento fue tan natural que hasta el día de hoy recuerdo la sonrisa que se me quedó en el rostro; seguir el mismo ritmo del pedaleo, la misma dirección, ver cómo la hojita seguía cayendo, recorrer los metros restantes, alzar mi mano y tomarla cuando nuestros dos caminos se cruzaron de manera exacta.

O también el día que abrí un libro hermoso, "El Barón Rampante", de Italo Calvino, y buceando entre las hojas, como por arte de Maga encontré otra hoja, la de la foto que ilustra este texto.

Cuánta dicha en tan poco. Aunque la concesionaria, la tienda de ropa, las telefónicas, las publicidades, las casas de electrodomésticos, no piensen lo mismo.


6 comentarios: on "Momentos Irrepetibles 1"

Unknown dijo...

Una tarde que iba caminando de regreso del parque, dos colibríes se quedaron quietos, revoloteando a unos treinta centímetros de mi cara. Se detuvo el tiempo.

Y hace alrededor de un mes, un viernes, iba caminando por la escuela cuando vi cayendo hacia mí una plumita bicolor, más pequeña que mi dedo meñique. No hizo falta siquiera estirar la mano.

ADENOZ dijo...

Cuanta dicha en tan poco.
Así dije cuando encontré, mientras me ponía un jean con poco uso, un billete de cinco pesos en el bolsillo trasero.

JE Rivadeneyra dijo...

conozco esos momentos, son de esos que te hacen el día.

Juan Cruz Mateu dijo...

Liz, gracias por compartir tus momentos! Un abrazo.

Juan Cruz Mateu dijo...

Adenoz, supongo que la dicha fue eso, encontrar algo en una prenda de vestir que ni la más pálida idea de que andaba allí. Porque ponerte contento por cinco pesos... ¿qué se puede hacer hoy con esa cantidad de dinero? jajajajaaaa... un abrazo marce.

Juan Cruz Mateu dijo...

Jesus, toda la razón del mundo, te hacen el día y te llevan al mismo cuando te acuerdas. Saludos!

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