12 abril, 2010


Retoño


Por la ventana se desliza el témpano de una brisa, astuto y lugareño. Lo miras distante, anhelando que pronto haga albores en el calor de tu vientre. Estás seca de cuerpos, hambrienta y serena; ruges por la espalda y desatas un abrazo que se hunde hasta el rincón más austral, entre sábanas mojadas por el llanto de la piel, y surcos de erosión donde has pasado el tiempo. Sabes que la noche te ha dejado ausente, y a tu lado una silueta muta la forma, como algo que conoces y quisieras olvidar. Llevas la mano al pecho, lo descubres hasta impostar una caricia fría que te provoca. Pero es como retener el agua entre los dedos, algo antiguo e inevitable que vuelve a suceder por las madrugadas. Es la falta, son las ganas; el ansia de amanecer sobre el horizonte de un torso desnudo, que invente un despertar de consuelo y esperas. Es el tiempo en tus entrañas, serpenteando los anhelos de un quiebre en la virtud del cuerpo y su forma. Tus reglas se dispersan, más allá de ideas y convicciones, mucho más allá que una cita furtiva para colgar ilusión de meses y naturaleza. El amor ya no cuenta en la suma, sólo el resultado de lo inmediato. Hoy la prisa te ha vaciado las palabras y un presagio se dispara en tus actos, persiguiendo el hambre de una caricia fértil, que llene hasta rebalsar en vida. Y todo se apronta en silencio, duda y desenlace. Vigía, pronto estás de nuevo en el cuarto y el lecho. Por la ventana se desliza el témpano de una brisa, y en ese albor sientes que tu vientre se seca.


2 comentarios: on "Retoño"

Unknown dijo...

Debe ser una tristeza muy profunda el saberse con la posibilidad y el deseo de albergar vida, y no sentirla llegar. A pesar de esa tristeza, es muy disfrutable, esta proesía.

Juan Cruz Mateu dijo...

Si Liz, la situación es muy triste. Este lo escribí hace un tiempo a razón de una conocida que vivía (o no) de esa forma. Un beso, gracias por pasarte.

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