13 abril, 2010


Citas 1


Fuera quedaba la "realidad", fuera había calles y casas, hombres e instituciones, bibliotecas y aulas... Aquí dentro había, en cambio, alma y amor; aquí dentro reinaban la fábula y el sueño. Sin embargo, no vivíamos en modo alguno aislados del Mundo; en nuestras conversaciones y nuestros pensamientos vivíamos a menudo en medio de él, aunque en un distinto campo; no estábamos separados de la mayoría de la gente por frontera ninguna, sino por una visión distinta. Nuestra labor era constituir en el Mundo una isla, quizá un ejemplo y, cuando menos, el anuncio de una distinta posibilidad. Por tanto tiempo antes solitario, conocí ahora aquella comunidad que se hace posible entre personas que han gustado la más absoluta soledad. Nunca más deseé tener un puesto en la mesa de los hombres felices, nunca más añoré las fiestas de los alegres, nunca más sentí envidia o nostalgia al ver las comunidades de los demás. Poco a poco fui siendo iniciado en el secreto de aquellos que llevaban "la señal".


Para el Mundo, nosotros, los marcados con ella, habíamos de pasar por personas extrañas, o incluso locos y hasta peligrosos. Eramos personas que habíamos despertado o despertábamos, y nuestra aspiración era llegar a una vigilia aún más perfecta, mientras que la aspiración y la felicidad de los demás estribaba en ligar cada vez más estrechamente sus opiniones, sus ideales y sus deberes, su vida y su fortuna, a los del rebaño. También aquí había un impulso, había fuerza y grandeza. Pero en tanto que nosotros, los marcados, representábamos la voluntad de la Naturaleza hacia lo individual y lo futuro, los demás vivían en una voluntad de permanencia.



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